jueves, 28 de julio de 2011

Reflexiones en rojo, azul y blanco.

Aunque ya han pasado unos días de la tragedia en Oslo, todavía estoy en estado de shock. Me cuesta muchísimo creer que una cosa así haya pasado en Noruega, un país donde siempre te sientes completamente seguro. Posiblemente sea el atentado terrorista que más me ha afectado a lo largo de mi vida, supongo que por el tiempo que he pasado viviendo en el país y por mi profundo respeto y admiración hacia su sociedad en general.

Cuando me enteré de lo ocurrido, lo primero que hice fue comprobar que todos mis amigos y conocidos estuvieran bien, a través de e-mails y redes sociales.
Todos acuerdan en lo mismo, no entienden como algo así ha podido pasar. La sociedad noruega nunca ha tenido algún ataque de este tipo, y la inseguridad, un sentimiento inusual en ellos, empieza a aflorar.

El coche bomba explotó en el mismo centro, donde yo había paseado infinitas veces durante mi estancia allí. Normal que pilló a todos desprevenidos, como pasa en cualquier de estos casos, pero la sociedad noruega nunca había recibido un atentado de éstas características. Además, la matanza de la isla de Utoya… cuesta creer que alguien tenga una mente tan fría como para calcular al milímetro su ataque matando a tantos y tantos chicos inocentes, que simplemente fueron asesinados por el hecho de pertenecer a un partido político.

Se está publicando mucha información en los medios de comunicación, y en algunos artículos noto que falta algo de rigor periodístico. No soy un experto en Noruega, pero algo de experiencia sí que tengo. Así que alejándome de sensacionalismos, recomiendo leer el blog de mi colega Josep, natural de Girona y que lleva viviendo en Noruega ya varios años, que explica las verdades del país sin ningún tipo de filtro ni influencia:

http://blogspersonals.ara.cat/desdelfiord/

La reacción de los ciudadanos de los noruegos está siendo ejemplar, empezando por un rechazo total a este tipo de violencia, con masivas manifestaciones en todas las ciudades del país, y con frases como las siguientes:

“Mañana mostraremos al mundo que la democracia en Noruega permanece más fuerte cuando se la pone a prueba (…) Nunca debemos renunciar a luchar por nuestros valores. Tenemos que demostrar que nuestra abierta sociedad puede pasar esta prueba, y que la respuesta a la violencia es todavía más democracia, todavía más humanidad, pero nunca ingenuidad”

Jens Stoltenberg, Primer ministro noruego, justo después de los ataques a Oslo.

“Si un hombre puede crear tanto odio, imagina cuanto amor podemos crear todos nosotros juntos”

Stine Renate Håheim, miembro del partido laborista que escapó de la matanza de Utøya.

“No creo que la seguridad pueda solventar problemas. Necesitamos enseñar mayor respeto”

Fabian Stang, Alcalde de Oslo.


Dudo mucho que en otro país del mundo se reaccionara de esta manera justo después de un ataque directo al corazón de la sociedad noruega, donde más duele, y aún así se tenga el temple de no enloquecer y mantener las buenas maneras.

Esta es la grandeza de la sociedad noruega, y por eso no tengo ninguna duda que incluso mientras escribo estas líneas, ya se está levantando y seguirá adelante con los valores que siempre ha predicado sin ningún problema. Posiblemente hay cosas que cambiaran, cosa que sólo sabremos con el paso del tiempo, y supongo que se empezará a ver algo más de seguridad en según que zonas importantes del país, entre otras cosas, pero aún así, todos los noruegos y noruegas seguirán adelante, pero siempre manteniendo en el recuerdo el 22 de julio de 2011.





Til Ungdommen, poema escrito en 1936,que se ha erigido como la canción más representativa en las concentraciones después del atentado en Oslo.

lunes, 18 de julio de 2011

Explorando el Ariège

Después de acabar exámenes, con algún resultado mejorable, todo hay que decirlo, me veo inmerso en el verano: calor, sudor, tour de francia, sandalias, días largos y algunas noches también largas...
No es una estación del año que me apasione particularmente, especialmente si me toca quedarme en Barcelona para trabajar, pero se soporta como se puede con salidas en bici por Collserola, salidas en longboard nocturno, y cervezas refrescantes.

Así que aprovechando un fin de semana libre de preocupaciones de los estudios, montamos una travesía por el Pirineo francés. El encargado de diseñar la ruta fue Arnau, y a ella nos apuntamos Heather, Antonio y yo.

Dicho y hecho, nos plantamos el viernes por la noche en el parking de les Forges d'Orlu, en el Ariège francés. Ésta comarca nos encanta a Arnau y a mí, tenemos muy buenos recuerdos de nuestros dos inviernos pasados en Ax-les-Thermes, y varias excursiones primaverales, tanto a pie como en bici.
Aún siendo conocedores de la zona, el valle de Orlu se mostraba desconocido para nosotros.
El dicho valle es una reserva nacional de fauna, así que nos aseguraríamos un entorno virgen y protegido, perfecto para escapar de la ciudad que nos tiene atrapados entre semana.

Llegamos con las últimas luces en el valle y buscamos un sitio donde montar mi nueva tienda Salewa que debido a los exámenes no había podido estrenar aún. Después de inspeccionar un poco y buscar la zona más plana posible, montamos el campamento. Cocinamos algo, y a dormir que se ha hecho tarde.

A las 6:15 ya estamos en pie, durmiendo sorprendentemente bien, muy frescos. Aunque algún zumbado francés viniera a altas horas de la noche con su coche a dar bocinazos y gritos.
El día se muestra perfectamente soleado, ni una nube en el cielo. Después de un té y algo de desayuno, nos ponemos en marcha, no sin antes perder un poco de tiempo buscando el camino y decidiendo por dónde ir.

Después de caminar 1km por una pista, entramos en la reserva en si, y la famosa Dent d'Orlu aparece a nuestras espaldas.



Seguimos caminando por una pista fácil dentro del bosque, a la sombra, cosa que nos hace mantenernos frescos, pero a la que salimos a unos prados a medida que vamos ganando altura, el calor ya empieza a apretar. Crema solar, gafas de sol, sombrero, y a hidratarse, a no ser que queramos caer en redondo insolados.

El camino es precioso, alternando tramos bastante llanos con tramos de mucha pendiente que hace que sudemos la gota gorda. Después de tres tramos en los que se sube mucho desnivel de golpe, y de cruzarnos con una marmota que parecía un pastor alemán de lo enorme que era, llegamos al lago d'en Beys, a unos 2000metros de altitud.




De aquí llegamos al refugio d'en Beys, y paramos a comer algo y a descansar la espalda. El sol aprieta, aunque las nubes nos dan algunos momentos de descanso.

Nos preparamos unos bocadillos mirando con envidia la comida del refugio que comen los guardas, y después de descansar, Antonio se vuelve donde tenemos el coche ya que tiene un compromiso, y nosotros volvemos a cargar las mochilas y seguimos caminando.

Dejamos atrás el refugio d'en Beys, la próxima vez quizás nos decantaremos por comer de su cocina, que tiene muy buena fama!



La mochila pesa y los hombros están ya resentidos, nos falta callo en llevar mochilas sin duda.
Seguimos el camino, que va ganando altura, ahora ya de manera más suave. Nos preocupa un poco el tiempo, ya que Meteofrance daba lluvia para la tarde del sábado, pero finalmente sólo fueron cuatro gotas que no nos impidieron continuar nuestra marcha.

Vamos pasando por varios lagos pequeños, cruzándonos con algunos pescadores que bajan al refugio, ya un poco flojos de fuerza, pensando que quizás debemos quedarnos en este lado de la montaña a acampar. Y después de pasar un tramo con muchos bloques de roca y pendiente que nos hizo emplearnos a fondo, llegamos al Estany Faury, a 2312metros. Descansamos otra vez, con el sol de cara, y después de charlar con un par de franceses que venían de la otra vertiente de la montaña, que es donde queremos ir, decidimos quedarnos a acampar ahí, ya que hemos encontrado unos lugares perfectos para emplazar la tienda a resguardo del viento, incluso encontramos un vivac en una roca.

Nos descargamos de mochilas, nos descalzamos, y nos abrigamos, que estamos en altura y el vientecito es más que fresco. Aprovechamos los últimos rayos de sol para relajarnos y empezar a cocinar, admirando el lugar donde estamos. Es un sitio privilegiado, y la grandeza de tener tienda es que te permite dormir te apetezca, dándote mucha libertad. Estar rodeados de montañas, nadie alrededor solo naturalez, y además con Arnau y Heather, las dos personas con las que más a gusto estoy en la montaña es sin duda un gran lujo.

Los mosquitos también deben pensar lo mismo, porque a la que el sol se escondió, aparecieron millones de ellos. Creo que nunca había tenido tantos mosquitos alrededor, convirtiéndose en un incordio para acabar de cocinar, comer, o simplemente estar allí. Así que comimos rápido, y para dentro de la tienda, procurando que no entrara ninguno, no sin antes echar una foto a las últimas luces del día.



Aunque son solo las 21h, nos dormimos rápidamente en la tienda, a salvo de los mosquitos y del frío. O eso creía yo... lección aprendida, nunca lleves un saco de verano si quieres dormir en altura en el Pirineo! Por la noche la temperatura bajó, yo creo que a unos 4-5grados, y lo pasé un poco mal a la hora de dormir. Así que habrá que invertir en un saco ligero de tres estaciones y llevarlo siempre que salga al Pirineo.

El sol nos despierta a eso de las 7 de la mañana, y realmente salir de la tienda cuando hace sol y has pasado mucho frío la noche anterior es completamente necesario para volver a activarte.

Desayunamos, desmontamos tienda, cargamos trastos, y nos ponemos en marcha. Un día radiante y fresco invita a caminar, y rápidamente ganamos pendiente dejando el Etang Faury atrás.




Nuestro camino durante esta ruta...



Al cabo de unos 40minutos de subida, llegamos a la cuerda de la montaña, donde acaba la reserva nacional de fauna de Orlu, y enfrente nos aparece el estany de Lanós, o Lanoux, con el Pic Carlit al fondo. Aquí el viento pega bastante fuerte, sumado a la altura, hace que no podamos pararnos mucho si no queremos congelarnos.



Después de caminar un poco en altura y pasar un nevero de nieve, encaramos la bajada hacia el valle de Bésines. Vamos bien de horario, así que nos permitimos el lujo de parar en el refugio del mismo nombre a descansar del intenso sol y hidratarnos, unos con coca-cola, otros con zumo de cebada. La verdad es que sienta de muerte con el esfuerzo que estamos haciendo, bajo el sol.

panorámica del Puigpedrós de Lanós, cara norte



Seguimos andando ya el último tramo, con dolor de pies, ahora ya con un ritmo más tranquilo ya que no hay ninguna prisa. Vamos haciendo poquito a poco, hasta que ya finalmente nos asomamos al valle del río Ariège, y vemos nuestro destino final, Hospitalet pres l'Andorre al fondo del valle, y la zona del Pas de la Casa de Andorra al fondo.



Al final el camino se hace un poco largo debido al cansancio de las piernas y el desnivel acumulado, pero finalmente llegamos con una sonrisa en la cara por los paisajes, la naturaleza y la tranquilidad que hemos podido disfrutar.
Bocadillo y coca-cola para recuperar, y a esperar al tren que nos llevaría de vuelta a Barcelona, ya pensando en donde ir la próxima vez.