viernes, 16 de septiembre de 2011

La otra Andorra

Otro fin de semana más que nos escapamos de la gran ciudad, ya de vuelta al ruido y al stress que normalmente reina, después de unas semanas de relativa tranquilidad. Intentamos huir también del calor que nos sigue acechando aunque estemos casi a mediados de septiembre. Aunque el calor sigue apretando y los días siguen siendo sudorosos en Barcelona, las cosas van cambiando poco a poco, y se nota. Por las mañanas ya se está mejor, se duerme mejor también, y no hablar de la motivación y el mono de nieve que tenemos todos, que hace que nos pasemos largos ratos conversando sobre zonas donde ir, viajes, montañas y si esta temporada será buena o no...

Dicho esto, escogimos Andorra como lugar para pasar el fin de semana. Andorra, ese país tan curioso, que se autoproclama "el país dels pirineus".
Y bueno, que están en el verdadero medio de los Pirineos es innegable, pero la idea que uno tiene cuando piensa en Andorra es básicamente agobios, colas, shopping y alcohol y tabaco barato. A mi manera de entender, son conceptos que no pegan demasiado con las montañas, pero ellos se han montado su país y su negocio de esa manera.

Aún así, todavía quedan zonas a las que puedes ir y sentirte realmente en medio de los Pirineos, y me alegra haber descubierto otra de éstas. La zona en cuestión es el Parque Natural del Comapedrosa, donde se encuentra el pico del mismo nombre, que con sus 2946metros, se alza como la cumbre más alta del país.

Nos juntamos 5 esta vez: Jacobo, Queralt, Arnau, Heather y yo, y pusimo rumbo a Andorra. Después de las pertinentes compras de comida para todo el finde, llegamos ya de noche a Arinsal, donde nos pusimos a cenar, esta vez con alguna innovación de lo que estamos acostumbrados cada vez que salimos a la montaña.

Entre sorbo y sorbo de patxarán y aprovechando la perfecta luna llena y el cielo totalmente despejado, decidimos empezar a caminar, a ver hasta donde llegamos. La idea de hacer cima de noche pasa por nuestras cabezas, pero el cansancio y la sensatez, ya que no conocemos el camino, nos hace parar cuando llevamos unos 400metros de desnivel.
Encontramos un sitio donde plantar las tiendas, y todos nos ponemos a descansar, Arnau y yo vivaqueando ya que la noche lo merece.

Son las 7:30 cuando las primeras luces nos despiertan. La noche no ha ido tan cálida como esperábamos por culpa del viento que se metía por todos los rincones del saco de dormir, pero aún así mereció la pena.

Giro mi cabeza, aún dentro del saco ya que la temperatura sigue baja, mientras todo el mundo aún duerme, y veo nuestro destino, el Coma Pedrosa ya iluminado por las primeras luces.



Nos cuesta un poco arrancar, necesitamos hacer un poco de fotosíntesis antes de ponernos en marcha después de una noche fresquita.
El camino sigue bastante empinado, así que en pocos segundos ya nos sobra toda la ropa que llevamos y empezamos a sudar.
Dejamos atrás el desvío hacia el refugio guardado del coma pedrosa, y seguimos en dirección a nuestra cima. Mucha gente nos acompaña, parece una cima bastante concurrida, además en un día tan veraniego a mediados de septiembre. Nosotros, con nuestras mochilas pesadas, vemos como mucha gente nos adelanta. Es el precio a pagar si quieres tener la libertad de acampar donde quieras en el momento que quieras.

Un par de hora después del inicio, llegamos al último tramo, donde ganamos pendiente muy rápidamente por un terreno muy rocoso, hasta llegar a la cresta que nos llevará hasta la cima, en último término en la imagen.



El camino se me hace largo, además de que el viento frío aprieta durante toda la cresta. El haber dormido poco y haber desayunado demasiado temprano, y poco, se junta con el cansancio y hace que me siente un poco débil y tenga que parar. Pero nada que no se solucione con media tableta de chocolate y agua, así que con la nueva inyección de fuerzas llegamos Heather y yo a la cima, donde nos esperan los otros tres.

Las vistas aquí dejarían boquiabierto a cualquiera, es el mirador perfecto.

Hacia el este, Arinsal en primer término que es de donde venimos, y toda Andorra.



Hacie el norte, el pic de Font Blanca sobresale entre todos con su pala bien amplia, y otros picos famosos de la zona como el Tristaina, Serrera, Estanyó... Es decir, norte de Andorra i la zona del Ariège francés.



Hacia el oeste, los cercanos estanys de Baiau, ya en el Pallars, y toda la Vall ferrera. Hacia el Nor-oeste podemos ver la Pica d'Estats, pico más alto del pirineo catalán, y hacia el Sur-oeste aparece imponenente el macizo de las Maladetas, con el Aneto como rey vigilante de todo el Pirineo.



Y para finalizar la panorámica de 360 grados, volvemos la cabeza hacia el sur, de donde viene la arista que hemos seguido hasta la cima. Aquí podemos observar la zona este del país andorrano intercalándose con la zona más oeste del Pallars, zona donde antiguamente el contrabando era una actividad importante.




Después de quedarnos bastante rato en la cima observando el paisaje y comiendo algo, decidimos bajar hacia el cuello del forat dels malhiverns. Después de pensarlo, decidimos que lo mejor es descartar la idea de bajar por el valle de Baiau, y seguimos el sendero que da la vuelto al macizo del Coma Pedrosa por el Pla de l'Estany.

Este camino resultó ser un mar de rocas, un pedregal que parecía que no se acababa nunca, y que nos llevó desde los 2900metros aproximadamente del cuello, hasta los 2000m donde estaba situado el refugio del Pla de l'Estany, donde decidimos plantar la tienda. 900metros de desnivel de tartera que destrozó nuestras piernas y fulminó todas las energías que nos quedaban.



Aquí despedimos a Queralt y Jacobo que decidieron volver a Arinsal esa misma noche, mientras nosotros buscamos un sitio idóneo para acampar, a resguardo del viento que nos ha ido acompañando todo el día.
La noche cae pronto, y nosotros con ella, debido al cansancio acumulado.
El camino de bajada es una camino plácido, donde sólo hay que descender unos 400metros, la mayoría por pista, pero que debido a la intensidad del día anterior se nos hace más largo de lo esperado.

Aún así, llegamos al coche aparcado en Arinsal antes de mediodía, y después de descubrir que teníamos una rueda pinchada, ponemos rumbo a casa, no sin antes comer algo por Andorra y dar un paseo por las tiendas, mirando las novedades de material.

Y así dejamos atrás Andorra, deseando el volver a pisar las montañas, pero con un paisaje más invernal lo antes posible.


jueves, 1 de septiembre de 2011

Septiembre

Por fin ya hemos entrado en septiembre, uno de mis meses favoritos.

Septiembre es el mes que para mi marca un punto de inflexión en el transcurso del año. Los días se hacen más cortos, llueve más, los árboles se empiezan a teñir de color marronoso-rojizo y algunos días ya hace falta hasta salir con jersey a la calle. Por supuesto que en montaña ya empieza a refrescar de lo lindo en algunas zonas. Incluso las cumbres se tiñen de blanco de manera esporádica, cosa que nos hace soñar con la cercanía de la temporada invernal.

Atrás queda agosto, que en Barcelona ha sido caluroso, con poca precipitación (por no decir nula), y días de mucho bochorno, donde el aire acondicionado se ha convertido en un elemento imprescindible en nuestras vidas, y el salir de casa en las horas centrales del día en una aventura imposible. Queda atrás también el mal dormir por el calor, las fiestas de Gràcia y las de Sants.

Aún así, parece que por el norte de España el verano ha sido bastante malo, y tuvimos la oportunidad de vivirlo en nuestras carnes, ya que a primeros de mes Heather y yo hicimos parte del Camino de Santiago del Norte en bicicleta, acompañando a Arnau y a Antonio en su propósito de llegar victoriosos a la mítica plaza del Obradoiro de Santiago de Compostela, que después de bastante sufrimiento, lo consiguieron.

Para mí era mi segundo Camino de Santiago, después de realizar hace 4 años el Camino Francés en toda su totalidad (Saint Jean Pied de Port-Santiago), pero la verdad es que no es comparable. Por dificultad, desnivel, tipo de camino, paisajes y meteorología. El Camino del Norte es mucho más duro, más salvaje y menos masificado que el Francés, pero los paisajes son espectaculares, ya que en gran parte de éste, pedaleas bien cercano a la costa atlántica.
Ir en bicicleta es una de mis cosas favoritas, y si además puedo visitar lugares nuevos que no conozco, pues mejor aún.

Os dejo unas fotos de nuestra semana de pedaleo a modo de resumen.

Playa de la Concha, San Sebastián




Zumaia




ültima playa de Gipuzkoa, justo antes de Mutriku




Bilbao




Las Arenas




Castro-Urdiales




Playa de Langre




Playa de Somo, con Santander al otro lado de la bahía, en nuestro último día de pedaleo.