martes, 1 de marzo de 2011

Adaptación.

Ya llevo una semana por Oslo y voy descubriendo la ciudad poco a poco, con todas las diferencias que tiene respecto a Barcelona.

Empezaré por el trabajo. En la empresa donde estoy trabajando, se ve a poca gente más allá de las 16:30h, incluso de las 16h. El horario está más compactado y hay 30minutos para comer solamente, tiempo que creo que es más que suficiente. Disponemos de una cantina para los trabajadores con precios muy razonables, con plato del día, barra de ensaladas y bocadillos. El café y el té siempre gratis, y todos los que quieras.
El horario de la comida es de 11 a 13h, y en mi sección se va a las 11:30h. Después, sobre las 13:30 traen una bandeja de fruta para la sección. Bastante diferente a la mayoría de sitios en España pero que bajo mi punto de vista favorece el rendimiento y el bienestar del trabajador al poder compaginar trabajo con vida social y familiar.

Seguimos por la gente, y es que todos los noruegos con los que he mantenido conversación, ya sean de mi trabajo o cualquiera por la calle, se han portado muy bien conmigo. Especialmente en mi trabajo, donde todo el mundo me trata perfectamente. Mi idea acerca de la gente de aquí arriba no ha cambiado en absoluto de la que tenía del año pasado.

La ciudad, como ya dije, es una gran ciudad. Se podría confundir con cualquier cuidad del norte de Alemania, por ejemplo, es una ciudad más europea. También en el aspecto de productos, creo que se encuentran cosas más variadas aquí que no en Trondheim.
Aún me falta muchísimo por explorar, perderme por sus calles, ya que la primera impresión que te da la ciudad al recién llegado es lo que menos vale la pena. Los alrededores de la estación central presentan un aspecto sucio, lleno de drogadictos, y con muchos edificios altos que hacen una mezcla que no me gusta para nada. Y siguen construyendo más edificios bien altos en esa zona, supongo que las empresas importantes del país y multinacionales tienen la sede ahí. Pero tan sólo caminando un par de calles ya te encuentras metido en barrios de casas bajitas, con sus rincones escondidos. Muchos de esos barrios estoy seguro que tienen mucha vida, sin tener que acercarte al centro para lo que necesites, y bien conectados por transporte público.

El domingo, después de las ligeras nevadas de toda la semana y con previsión de buen tiempo, intenté acercarme a la estación de esquí de Tryvann, que está conectada con una línea de metro. Casualmente, la misma que conduce a la zona de Holmenkollen, donde se están celebrando los campeonatos del mundo de esquí nórdico. Sumémosle además que el día amaneció soleado. Incrédulo de mí pensaba que no tendría ningún problema para llegar, pero cuando llegué a la estación de enlace del metro ataviado con mis botas de snowboard y la tabla bajo el brazo, me encontré la estación llena a rebosar, y todos los trenes que subían a la montaña peor que el metro de Japón. Incluso pusieron trenes express, pero venían llenísimos. Después de dejar pasar 8 trenes sin tener ninguna opción de subirme, decidí que lo mejor sería irme a casa, calzarme los esquís de fondo que mi jefe me ha dejado, y hacer un poco de deporte al menos!

Salgo de casa con los esquís puestos.



El lago de Sognsvann, totalmente cubierto de nieve y perfecto para esquiar.




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